Berrea 2015


Después de un año, el 2014, en el que no pudimos venir a la berrea por el mal tiempo, volvemos a nuestra cita anual con el apareamiento de los ciervos, es un espectáculo al que todo buen amante de la naturaleza tiene que asistir al menos una vez, nosotros vamos por la cuarta.

Esta vez subimos al atardecer, la experiencia nos dice que es el mejor momento, volvemos a nuestra zona preferida, Palombera, hacia el barranco de las hachas, este invierno vimos varias ciervas por esa zona y creímos que seria un buen lugar, pero últimamente no estamos teniendo nada de buena suerte y esta vez no fue una excepción, al menos al principio. Según íbamos llegando veíamos la zona cerrada con una densa niebla, así todo decidimos seguir el plan con la esperanza de que la niebla desapareciese.

Después de llegar al sitio que teníamos en mente y de esperar allí cerca de dos horas mientras comíamos algo decidimos marcharnos porque la niebla en vez de irse se hacia mas y mas densa. Habíamos oído varios berridos pero era imposible ver nada, así que nos pusimos en marcha dando un pequeño rodeo para no volver por el mismo sitio. Ni vimos a los ciervos ni vimos el anochecer.

Nada mas ponernos en marcha vimos algo que nunca habíamos visto, una liebre salvaje, grande y rápida, con sus enormes orejas, durante estos años hemos visto muchos animales pero liebres es la primera vez. Según fuimos saliendo del lateral del barranco la niebla empezó a desaparecer, fue en un visto y no visto, ya con la noche cerrada y gracias a la luz de la luna llena pudimos ver el paisaje, luces de otros grupos por las diferentes laderas y un grupo de bicis que llego rápidamente a nuestro lado, algo que siempre he querido hacer, una ruta nocturna de mtb, algún día seremos nosotros.

La noche todavía nos guardaba una sorpresa, mientras volvíamos hacia el coche justo enfrente nuestro a unos pocos metros pasaron una cierva y un macho con su imponente cornamenta corriendo detrás, en la línea del horizonte, iluminados por la luz de la luna, sin nada ni nadie estorbando la visión, no nos dio tiempo a sacar ninguna foto pero es una imagen difícil de olvidar. Llegamos al coche con la sensación de haber pasado un gran día, pese a la niebla y a no haber podido ver el anochecer mereció la pena. Volveremos.



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